Todos conocemos la expresión tecnológica de modernidad y de futuro que se propaga en todos los medios. Nos referimos  a digitalización.

Según la R.A.E, digitalizar (de procedencia inglesa, y a su vez del latín “digitus”), es “registrar datos en forma digital. Convertir o codificar en números dígitos datos e informaciones de carácter continuo, como una imagen fotográfica, un documento o un libro”.

Viene esto a propósito de unas declaraciones de un alto cargo europeo diciendo que el progreso debe venir de la digitalización y de la ecología.

No vamos a descalificar lo evidente, sería una necedad, pero en casos diversos hay más de esnobismo que otra cosa. Lo que es aplicable a automatismos, electrónica avanzada o la robótica carece de tratamiento para la ingente cantidad de chiringuitos que componen el tejido turístico español o al gran censo del pequeño comercio en general que más bien les hace polvo el invento.

A no contar con el sacrificio de cientos de miles de puestos de trabajo que pasaran al baúl de los recuerdos. A esta tempestad se le llama progreso.