No se trata de reprochar, ni polemizar, simple y llanamente, de concienciar. Según el último informe trimestral sobre absentismo laboral elaborado por Randstad, el nivel de absentismo en España ha provocado la pérdida de un 5,9% de las horas laborales pactadas, resultando la baja médica laboral o IT (Incapacidad Temporal) el 4,4% de las mismas. Según la Encuesta de Población Activa (EPA) del mismo periodo, el número de ocupados ascendía a 20,18 millones de personas, lo que comporta, con un absentismo promediado del 5,5%, que cada día un total de 1.186.875 personas no acudieron a su puesto de trabajo, de los cuales 889.822 personas se encontraban de baja médica. El resto no acude al puesto de trabajo pese a no estar de baja.
A la vista de los datos, es patente que nos encontramos ante un grave problema que afecta directamente a la competitividad y a la productividad de nuestras empresas porque más allá de las dificultades organizativas y de la gestión de los trabajadores, con las distorsiones que genera, existe un importante coste económico de tipo directo e indirecto que puede afectar a la viabilidad de la empresa. Sin duda, supone una de las principales preocupaciones de las organizaciones, tanto en pequeñas como en grandes empresas en Navarra.
En concreto, en el análisis regional sobre absentismo de Randstad de 2021, Navarra es la segunda CCAA del país con mayor tasa de absentismo, en concreto el 7%, siendo la tasa media de los países de nuestro entorno europeo del 4,6%.
Algún dato más para seguir reflexionando: los procesos de IT en el régimen general de la seguridad social resulta entre tres y cuatro veces superior a los trabajadores autónomos, en proporción al respectivo número de afiliados. Dicho de otra manera, los trabajadores autónomos presentan de tres a cuatro veces menos afecciones que los trabajadores por cuenta ajena. Otro aspecto esclarecedor, según se detalla en el “VI estudio de Absentismo laboral de Mutua Navarra”, es que un porcentaje muy elevado de los procesos de IT por contingencias comunes en el régimen general acontecen el lunes de cada semana.
Los factores que concurren en el absentismo. Son múltiples y controvertidos, pero los porcentajes vienen incrementándose cada año de forma inexorable y, sin duda, aunque no podemos desdeñar los efectos del COVID-19 a través de todas sus mutaciones y variantes, es evidente que el coste que ello comporta es inmenso.
Además, se debe tener en cuenta el alto impacto económico que supone para nuestro sistema de Seguridad Social, un servicio público de primerísimo orden que debemos proteger. Su equilibrio financiero es una constante inquietud de los Gobiernos y de la Unión Europea. Es deber cívico coadyuvar con la administración hasta donde sea posible y reducir la partida en este gasto supondría un importantísimo balón de oxígeno para otras prestaciones que todos tenemos en mente.
De la misma forma que socialmente ha calado el concepto de la solidaridad en el cumplimiento de nuestras obligaciones tributarias, debemos reflexionar en la imperiosa necesidad de mejorar estos ratios laborales, pues el resultado para todas las partes intervinientes resulta incuestionable: desde la descongestión de los servicios médicos de base, pasando por el ahorro de las arcas públicas y concluyendo por una mejora sustancial en la competitividad de nuestras empresas que podrán disponer de mayores recursos en beneficio de los propios trabajadores, por ejemplo, para acordar complementos salariales a las prestaciones de IT.
Y ante este escenario, urge buscar las fórmulas adecuadas para reducir las altas tasas de absentismo, para lo que resulta imprescindible conocer cuáles son las causas de fondo.
Los expertos en la materia apuntan ideas varias como especializar los servicios médicos para conjugar lesión con puesto de trabajo; también se habla de las medias bajas o incluso de las bajas por horas; diseñar campañas públicas de sensibilización a este acuciante problema, tan potentes como las realizadas para el tráfico vial y que tan favorable resultado han obtenido; el incremento y refuerzo en los servicios de inspección, actualmente prácticamente inexistentes, aunque en este último punto pudiéramos traer a colación el Decreto Foral 203/1993, que si bien afecta al Personal al Servicio de la Administración Pública, bien pudiera equipararse al sector privado. En todo caso, los profesionales y expertos en la materia convienen y concluyen que cualquiera de estas medidas debe implementarse inexorablemente con la necesaria sensibilización personal.
Además, desde el punto de vista empresarial, se necesitanpropuestas y medidas que contribuyan al diálogo y logro de acuerdos entre los agentes económicos y sociales implicados para conseguir reducir los niveles al máximo. Implementar acciones de flexibilidad y conciliación puede ayudar en este sentido.
Debemos apelar a la solidaridad de todos porque el absentismo, al igual que el fraude, atenta contra nuestro sistema. No se trata de culpabilizar a la persona que sufre un proceso de incapacidad temporal, ni de conculcar derechos esenciales, sencillamente concienciarnos de un serio problema que debemos afrontar no solo desde un prisma social, sino también personal y que repercute negativamente en la organización, productividad y competitividad de nuestras empresas.
Artículo de opinión
José Manuel Piquer Martín-Portugués
Vicepresidente CEN y Presidente de FAPYMEN.