En un abracadabrante artículo aparecido en la revista de Derecho de Trabajo del mes de octubre 2021…

intitulado “trabajador de las aplicaciones de delivery como empleado-empleador”, quien suscribe (cuyo nombre preferimos omitir) arremete de forma iracunda contra el empresariado, sin margen alguno, siquiera minoritario, hacia los fieles y nobles cumplidores de la ley, todos son malum in se (malos en sí mismos).

Para tan neroniana creencia se acude a  rebuscadas referencias filosóficas o extrapolan conceptos discutibles de la misma cofradía para tildar al empresario, totum revolutum, de evasor de las relaciones de dependencia; huidor de costes;  proponente de trabajos indecentes; defraudador; explotador del trabajador y, entre otros repudios establece un sinalagma amo-esclavo cuya respuesta preferimos dejar a juicio del lector, aunque ello no impide una viva recusación.

No sería juicioso concluir esta réplica sin evocar los esforzados servicios que prestan esos 1.912.010 trabajadores autónomos que equivalen a 637.333 empresas de tres trabajadores y esos 1.388.650 pequeños empresarios que sostienen una nómina de  1 a 19 asalariados, ellos conforman la espina dorsal de nuestra economía y los principales sostenedores del empleo, ellos son las Pymes denostadas para las que  pedimos respeto.